30 jun 2015

 El verdadero Punk?

El pasado 28 de Junio se cumplió otro aniversario de la muerte de G.G. Allin, un cantante punk que ha generado controversia allá por dónde pasó. Seguramente se trate de la persona más extrema que haya pisado jamás un escenario de música, llegando a amenazar con suicidarse en uno de sus conciertos y cuyas perfomances iban desde pegar al público, cantar desnudo o comerse en directo sus propios excrementos.
Un personaje amado, venerado y odiado a la vez, un extremista o un simple desquiciado para muchos.
"Ésta era la filosofía de G.G. Allin. Se trataba de un cantante punk, seguramente el más extremo de la historia de la música, con una completa aversión por el sistema social en el que vivimos. Pedía la abolición de las leyes e incitaba a la violencia contra la policía. Capaz de mear, defecar (y comerse sus propios excrementos), pegar a su público o masturbarse en cada uno de sus conciertos, tuvo un gran séquito de fans. Su poder de comunicación era tal que la gente que acudía a verle era consciente de que podía salir lastimada o humillada. Aún así, llenaba los locales en los que actuaba (por supuesto, no hacía macroconciertos, sino en bares pequeños), quizás no por la música en sí, sino por el espectáculo que se podría generar. 
Por todo lo que hizo podemos pensar que estamos ante una persona mentalmente desequilibrada, lo cierto es que su discurso es mucho más estructurado de lo que se pueda suponer. Su locura es simplemente una forma extraña de hacer llegar su mensaje.  De ahí que fuera capaz de tener gente a su alrededor que literalmente le veneraban, personas que realmente buscaban un líder, y lo encontraron en la figura de G.G. Allin.
Los llamados antisistema veían en él a alguien capaz de poner en entredicho todo lo socialmente aceptado, sin importar ni a quién molesta ni qué incumple. En definitiva, G.G. Allin fue un modelo para ciertas personas, que veían en él a alguien capaz de hacer cualquier cosa inimaginable, cosas que esas personas no eran capaces de realizar por miedo. Él mismo solía decir que “hay una guerra en mi cabeza”, y viendo sus actuaciones no andaba equivocado…
En sus primeros años, simplemente era un cantante punk con ganas de incordiar, pero acabó convirtiéndose en un líder con tendencias suicidas y autodestructivas, sin ninguna barrera por delante. 

Breve Biografia de GG Allin.
Nacido en Lancaster, New Hampshire, el 29 de agosto de 1956, su nombre real es Jesus Christ Allin. Tuvo una infancia dura, en la que su padre, Merle Allin, un fanático religioso (de ahí su nombre), sufría inestabilidad mental y llegó a abusar físicamente de su familia. Eso sí, nunca GG Allin lo puso como excusa en sus problemas personales. En 1961 sus padres se divorciaron y tanto su hermano mayor, Merle Allin junior, y él se fueron a vivir con su madre y su padrastro a Vermont. En el primer año de instituto su madre le cambió el nombre por Kevin Michael Allin, para evitar posibles burlas por su nombre original. 
Muy mal estudiante, GG Allin tuvo problemas en el instituto con sus compañeros por no encajar. Fue en este período de tiempo cuando empezó a mostrar su carácter. Acudió en repetidas ocasiones a clase vestido de travesti. Cuando le preguntaban por su niñez, él decía que fue “muy caótica, llena de peligros y oportunidades. Vendíamos droga, robábamos, allanábamos casas, coches, etc. Hacíamos lo que queríamos la mayor parte del tiempo. La gente nos odiaba ya entonces.
 





Ya por entonces hizo sus primeras incursiones en el mundo artístico. Comenzó como batería.
Una vez graduado en 1975, formó parte de varias bandas, pero fue en 1977 cuando llegó a The Jabbers, ya como cantante.
A diferencia de su época más dura, aquí sus letras eran más bien humorísticas. Fue en 1984 cuando el grupo se disolvió, debido a que G.G. Allin estaba cada vez más descontrolado, salía y entraba continuamente en la cárcel y además comenzó su adicción con las drogas. 
A mediados de los 80 todavía no era una persona conocida, más bien tenía fama en la clandestinidad de la escena punk, donde llegó a ser apodado como "El desquiciado de Manchester", gracias a las actuaciones que hacía en esta ciudad con una de sus múltiples bandas, los Cedar Streets Sluts. Su actitud se tornó cada vez más anárquica y su adicción a la heroína y al alcohol cada vez más incontrolable. Tomaba absolutamente cualquier pastilla que le facilitaran, sin preguntar qué era. Apenas se bañaba. Además era común verle defecar en sus actuaciones. Él mismo ingería laxantes antes de los conciertos para que así fuera.

Era habitual que Allin se desnudara en sus conciertos, se refregará en sus
excrementos o se autolesionara.

No quería ningún trabajo fijo, y se ganaba la vida vendiendo sus propios discos, aunque él mismo reconocía que había cometido numerosos delitos como robo a mano armada o allanamiento de casas.
En este punto de su vida ya era un cantante conocido en cualquier comisaría. De hecho, sus conciertos apenas duraban 2-3 canciones, ya que acababan cuando la policía acudía a poner orden o a detenerle. Todas sus actuaciones tenían daños importantes en los locales y equipos de música. Y sus constantes giras solo paraban por el ingreso de Allin en prisión o en el hospital. Para esta época, él mismo se consideraba el último rockero de verdad, ya que acusaba a los demás de haberse vendido a las grandes empresas. Para él, el rock era una reivindicación contra el autoritarismo y una forma de rebelión contra el sistema. Sus actuaciones trataban de que así fuera.
Los últimos años de su vida fueron los más caóticos para Allin. En 1989 amenazó con suicidarse en la noche de Halloween, aunque no pudo cumplir con ello al estar en prisión. No sería su única amenaza de suicidio, ya que él mismo quería matarse con una bomba en pleno concierto, llevándose por delante a todos los fans que pudiera, aunque para esta amenaza no puso una fecha concreta. Cuando se le preguntaba por qué no se suicidaba, decía que debía consumarse en el momento más álgido de su vida.
       
El paso por la cárcel le dio fuerzas para continuar con su misión y escribió el "Manifiesto de G.G. Allin", donde criticaba a los Sex Pistols, Iggy Pop o Los Ramones, grupos que anteriormente idolatraba, por venderse a la industria musical. Decía que Jesucristo era un impostor y que  el propio Allin es realmente el Diablo, Dios y Jesucristo. En definitiva, se consideraba el líder para volver a situar al Rock & Roll fuera de las grandes empresas. Ésa era su misión.



En dicho manifiesto, G.G. Allin exponía cómo hacer llegar su mensaje. En primer lugar, pedía que se compraran sus cds. En caso de que no hubiera en las tiendas, pedía que la gente grafiteara su nombre por todos lados, que escribiera G.G. Allin en los billetes, llamaran a las radios para pedir sus canciones... Él era consciente de que por medio de la música podía revolotear la sociedad que tanto odiaba. Sus temas así lo demuestran, y sus títulos eran claros y directos "Legalize murder", "Kill the police", son algunos de ellos. Su odio por las leyes, la autoridad y, en general, por la sociedad en que vivimos, es palpable. Su filosofía de vida se puede resumir con esta declaración suya.  
 
“La única carrera que importa es la carrera de un criminal. Que se joda la ley y el gobierno. Esta tierra es nuestra. Ellos te envían a la escuela y te lavan el cerebro. Te casas, tienes hijos, consigues un trabajo, compras un coche, una casa y te metes en un agujero del que nunca saldrás. De esta forma el gobierno te ata. Que se joda esa mierda. Nunca me someteré a estos jodidos cerdos. Todo lo que tengo cabe en una maleta y no tengo dirección. Nada me ata. No hay reglas para mí"

Todo un antisistema que no se preocupaba por nada en absoluto. Incluso hacía apología al asesinato (lo consideraba positivo) y defendía el individualismo (consideraba que las relaciones sociales debilitaban a las personas). 

Al comienzo de los 90, su vida se volvió más caótica y acabó convirtiéndose en todo un icono underground. A partir de 1991, su aspecto se hizo definitivo, con el cuerpo depilado y la cabeza rapada, dejándose solo medio bigote teñido de rojo. Por esta época estaba en el grupo The Murder Junkies (Adictos al asesinato) y vivía su etapa más violenta. Cobraba 1000 dólares por concierto, cada vez hacía actos más degenerados en ellos y su carisma fue creciendo. Llegó a salir en varios programas televisivos, como "El show de Jerry Springer". Fue en otro programa, "The Geraldo Rivera Show", donde dejó una de sus frases más célebres, "mi cuerpo es el templo del Rock & Roll. Mi sangre y mis fluidos corporales son la comunión con mi público". Esto sucedió en 1992, siendo su paso por el programa muy recordado.


Su muerte acaeció el 28 de junio de 1993, aunque fue encontrado en la mañana del día siguiente. Una sobredosis de heroína fue la causa. Ese día había celebrado un concierto en el local The Gas Station, donde solo pudo tocar dos canciones ya que cortaron la luz del mismo. G.G. Allin se enfadó y salió completamente desnudo a la calle mientras paraba a los coches y autobuses. Despues, realizó una fiesta con algunos de los asistentes. A mitad de noche, la gente pensaba que dormía, e incluso se hicieron fotos con él, pero ya no despertó nunca más.
Tuvo dos funerales, uno con la celebración tradicional irlandesa, y otro de la manera que él quería. En esa ceremonia, G.G. Allin fue enterrado en su ataúd con una botella del whisky Jim Bean (su marca preferida) en una mano, como él pedía en su canción "When I die" ("cuando yo muera"). Este funeral se convirtió en una fiesta salvaje para todos los asistentes, que se hicieron fotos con el cadáver (del que Allin dejó petición expresa que no fuera lavado ni maquillado), e incluso llegaron a poner drogas y alcohol en su boca.


Una vez finalizado, le pusieron unos cascos conectados a un walkman, con su álbum The Suicide Sessions. Fue enterrado junto a sus abuelos. 

        
“G.G. Allin es un cantante con un mensaje que comunicar a una sociedad enferma. Él nos hace ver lo que en realidad somos. El ser humano es solo un animal más capaz de hablar libremente para expresarse. No se equivoquen, detrás de lo que GG hace hay un cerebro”.
Estas palabras, con las que comienza el documental HATED, fueron escritas por John Wayne Gacy, conocido como "El Payaso asesino" (mató a 33 personas entre 1972 y 1978). 




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