Juantxo venía, por tanto, a ratificar esa más que probada mayoría de edad musical en un formato poco convencional para el ska: encuentros directos con el público, mano a mano, en un formato acústico propicio para la intimidad y la comprensión de la forma más natural en la que los temas suelen irse tejiendo: voz y guitarra, sin mayores artificios. Encuentros directos porque, como Juantxo recalcaba, del público dependía completar las canciones y darles toda su intensidad; de su participación activa cantando, coreando, bailando, llenando espacio y atmósfera con sudor, aliento, cerveza y un poquito de marihuana. Y el público lo entendió y asumió su papel perfectamente, a tenor de lo visto y vivido en los dos recitales que nos dejó.
El primero fue en La Cultura del Barrio, un espacio
pequeño, familiar, que realiza una insustituible labor en el aguante a la
cultura oi!, ska, skin y punk antifascista en el corazón de Villa Crespo. Sin
duda, Juantxo jugaba en terreno fértil, las ansias de la gente se sentían ya
días antes, y estallaron en cuanto Juantxo apareció por allá. Si bien lo
fundamental aquí es la música, es imposible no destacar la cercanía del músico
con todx aquel/la que quiso acercarse, sacarse fotos, contarle su vida y
milagros, compartir su fernet-cola, cerveza o material fumable. Juantxo se
dejaba llevar por la pasión y el cariño de la gente allí congregada y, como
pago, en un atestado recinto algo aliviado por un enorme ventilador, la gente,
después de que los chicos de Reskatate dieran un breve recital introductorio,
también se dejó llevar sin condiciones por la guitarra y la voz que iban
deshilando los temas de tiempos medios, más adecuados para ese formato. Himnos
ska que ya forman parte de nuestros genes. Personalmente, me tocó especialmente
la fibra escuchar un tema con un contenido especialmente sensible en la lengua
originaria de la tierra que comparto con Juantxo, cuando de su garganta fue
brotando la letra de “Emakume askea... lur askea” (“Mujer libre... tierra
libre”). Una de las imágenes más sorprendentes quizá fuera ver cómo se formaban
los pogos en un concierto acústico. La gente completaba en su imaginación la
orquestación que faltaba en ese poco usual formato. La Cultura del Barrio
estallaba y había tiempo hasta para la improvisación de la mano de Agustín, uno
de los chicos del lugar, que subía al escenario y prendía su guitarra eléctrica
para arrastrar a Juantxo en un par de temas fuera de programa. La presencia
mapuche y la reivindicación de la lucha de todos los pueblos originarios fueron
otros de los ingredientes que nos pusieron la piel de gallina, dotando al
recital de una dimensión inesperada pero felizmente complementaria. Pueblos
vasco y mapuche tienen muchos lazos aún insuficientemente explorados.
El segundo concierto, en el Salón Pueyrredón, tampoco
defraudó. Después de que Las Putas de San Julián, interesante banda muy a tener
en cuenta, y la más conocida Puerkospin, con ese buen hacer y esa energía que
continuamente me traían a la cabeza grandes bandas como Reincidentes,
calentaran el ambiente. Juantxo quizá albergara algunas dudas sobre el efecto
que podría tener en el público él solo con su guitarra, después de dos
conciertos de intenso punk con toda su descarga eléctrica. Sin embargo, con un
Salón abarrotado, la respuesta nuevamente no se hizo esperar. Tras presentar su
libro y explicar un poco las razones del formato acústico y de su nueva
aventura, los primeros acordes de guitarra fueron poniendo en movimiento a lxs
allá reunidos y el ska fue inundando la sala, coreado por entregadas gargantas.
Los pogos se repetían de nuevo, el ambiente se calentaba. No sé donde quedó el
odio, pero el amor y el ruido prendieron en la llama revolucionaria de la
música de Juantxo.
Sobraban corazones para cantar contra la falta de ellos de la oligarkía.
Sobraban corazones para cantar contra la falta de ellos de la oligarkía.
El final fue, sin duda, apoteósico. Tras una breve bajada
de telón, Juantxo reaparecía con inmejorable escolta. Los chicos de Asesinos
Cereales habían subido a escena para cerrar el concierto con seis cañonazos de
ska, oi! y punk. El formato eléctrico y la imprescindible sección de vientos,
prolijamente acomodados, como si Juantxo y Asesinos se hubieran pasado media
vida tocando juntos, posibilitaron algunos de los temas más esperados y
deseados, como “Skalari rude klub”, “Todos los hinchas”, “Puto alcohol”,
“Jaia”... y por supuesto, “Solo vivir”. Ahora era el Salón Pueyrredon el que
reventaba. Un broche de oro a dos noches de agitación que esperamos tengan una
segunda parte pronto. Queremos pan, queremos vino y, sobre todo ¡queremos más!
Eskerrik asko, Juantxo!
Nota - Asel
JUANTXO SKALARI - En vivo version acustico en la Cultura del Barrio 2013
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